13 de septiembre de 2013

Pensamientos de cara a octubre

Leer el blog de Gerardo Fernandez me suele disparar múltiples pensamientos y reestructuración de tantos otros en un ejercicio que le agradezco profundamente. Algo similar me sucede con otros (ver el blogroll para más detalles).
Siempre con más intenciones que tiempo me dispongo a contestar. Hoy voy a hacerlo sobre la entrada publicada ayer y titulada Dicen que soy pesimista.
El motivo es claro: Coincido en que hay que hacer una lectura sobre la actualidad política "para adentro" del movimiento kirchnerista para poder revertir la tendencia que nos imponen de los medios (de los independientes y de los otros también) de que el modelo se acaba en 2015. De la cual no puedo estar más en desacuerdo.

Particularmente voy a responder las inquietudes del periodista Gerardo Fernandez desde mi humilde óptica:
Veamos:
Ya en la primera línea hace referencia a las virtudes de los consensos interpartidarios:

Porque me cuesta entender que si una demanda es legítima pero si la enuncia un opositor nos hacemos los desentendidos hasta que nos llenan la cara de dedos y ahí salimos con todo y en una semana tomamos medidas que debimos tomar mucho tiempo atrás.
Supongo que hace referencia al aumento de los límites del pago del impuesto a las ganancias, asignaciones familiares (bastantes ninguneado o al menos eclipsado por el primero) y del monotributo. Y seguro no de la idea opositora de bajar la edad de imputabilidad (o de punibilidad).

Yo soy de los pocos defensores de no subir los límites del impuesto a las ganancias. Más bien creo que deberían ser transparentados y aplicados a TODOS los trabajadores. Por qué? Porque desfinanciar al estado nunca me pareció una solución alineada con mis intereses (que son más bien colectivos). Porque los derechos (y el bienestar) de la mayoría deberían estar por encima de los derechos (y el bienestar) individuales. Porque si bien parte de ese dinero que se deja de recaudar se financia por nuevos mecanismos, mejor si el estado tuviese todos esos recursos en lugar de una parte.
Entiendo que en la política hay que ganar elecciones y que la sociedad celebra no pagar impuestos. Incluso acepto que el Gobierno haya tomado la decisión pero no adhiero a ella, no me conforma.
De igual modo que los ciudadanos de a pié no quieren pagar impuesto a las ganancias, los comerciantes no quisieran pagar impuestos varios, como de hecho lo dejaron de hacer en gran medida en los 90, donde el que pagaba al día todo lo que había que pagar era, simplemente, un boludo.
Lo que hay que hacer no es darle la razón a la sociedad profundamente individualista, sino, concientizar sobre los beneficios colectivos de pagar impuestos justos, transparentes y que se traducen en obras (por ejemplo) concretas.
Por lo tanto que la oposición venga ladrando con lo de subir los topes del impuesto a las ganancias es como con lo del 82% móvil. Pura zaraza pero con un poco más de sentido. Lo de bajar la edad de imputabilidad es simplemente, a mi entender, una hijaputez mayúscula.

Porque no celebro la confrontación permanente.
La confrontación permanente no es generada por el oficialismo. Ni a nivel Nacional ni provincial ni municipal. Genera confrontación el que quiere mover las piezas, ocupar el lugar del otro, o en última instancia, patear el tablero.
El Kirchnerismo no hace más que responder (muchas veces mal y tarde) a los reclamos de múltiples sectores. Pero la no confrontación no es una decisión que pueda tomarse desde la casa rosada. O cómo sería? Ante los ataques de tal o cual periodista no contestar? O salir a decir: No estoy de acuerdo con vos pero todos tenemos una parte de razón?

Porque para pescar los mismos pescaditos de siempre en la misma pecera ya está 678.
No comparto especialmente esta línea. Y hasta me resulta extraño esa mirada tan mediomonopólica del programa cabecera del Kirchnerismo.
678 es un gran programa político no por sus panelistas, que los hay buenos y muy buenos; no por sus invitados, que los hubo muy buenos y excelentes; no por sus informes, que de repetitivos no pierden su objetivo y penetración; sino por existir. Por seguir existiendo a lo largo de los años y refrescar la mente de cientos de miles de ciudadanos (y no me jodan con lo del rating porque se pudre todo) respecto a qué es este modelo que estamos siguiendo y porqué lo seguimos bancando por más de una década de existencia. 
Más aún me intriga que la tribuna desde donde se lo diga es también muy sectarista. Tanto miran 678 las mismas personas una y otra vez, como entramos a leer estos blogs los mismos individuos, una y otra vez. Son voces hacia adentro. Para construir hacia afuera hay otras herramientas, llamémosle C5N, Fútbol para Todos, La Cámpora (en otro plano y con otra llegada) y otros pocos etc.

Porque para llegar a 2015 hacen falta muchas más cosas que putear a Clarín.
Sí. Muchas más pero no más importantes. El grado de trascendencia e impacto sobre la vida de todos los argentinos que tendría ponerle un límite al monopolio mediático Clarín, no tiene comparación con casi ninguna medida que pueda adoptar el gobierno, como no ser la reforma agraria o la cuarta revolución industrial. Si todos los habitantes del territorio nacional tendríamos un acceso uniforme y amplio a la información, se entraría en un enorme círculo virtuoso que afectaría la calidad de tantísimas instituciones (poder judicial por ejemplo), de la oposición toda (con proyectos propios reales y concretos para la gente y no para intereses ocultos). Veríamos concretarse la federalización de la información a lo largo y ancho del país (con noticias en Salta que poco tienen que ver con los piquetes de la Gral. Paz). Cada medida del gobierno (y de los diferentes gobiernos) se evaluaría en función de los interese particulares y no de la penetración de la información sobre ciertos sectores de la población. Etc, etc. 
Lo que se propone con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no sería la panacea de la diversidad de voces pero se acerca mucho respecto de donde estamos parados (incluso) hoy.

Porque veo que hacerse los boludos con boludeces como la de Echegaray nos cuesta caro.
Sí, adhiero en ambos conceptos.

En un punto los gobiernos están para hacer cosas que le mejoren la vida a la gente y este gobierno ha sido sin dudas el que más se ha destacado en ese sentido, pero también pasa que a veces la gente empieza a sospechar que por ahí también le puede ir igual de bien o hasta mejor con otro proyecto. Y uno cree que ahí el pueblo puede equivocarse y marchar a una nueva defraudación. 
De donde se desprende la necesidad imperiosa de democratizar la palabra para que el ciudadano desinformado deje de estarlo.

¿Pero ese 25 % de votantes que se fue?
No. No se fueron porque nunca estuvieron. Los que votamos al Kirchnerismo por una fuerte convicción en el liderazgo de Cristina, somos pocos. No creo que llegue al 25%, pero ponele que es un 30%. El llamado núcleo duro. El resto que no es fervientemente opositor y que sería, digamos un 50% de la población (tomando con los ciegamente anti-Kirchneristas en torno al 25 - 30%), está a la deriva. Siempre lo estuvo. Para una elección presidencial busca el candidato que le mantenga lo bueno y que le prometa un poco más (tampoco mucho). Para las legislativas, busca restarle poder al que está en el poder. Esa ilusión de equilibrio republicano nefasto y del que se aprovechan (o alimentan) tantos intereses ocultos, epicentros del poder real. Por lo tanto acá me animo a aventurar que el objetivo no es cambiar el rumbo, ni profundizarlo (cosa que más que nada quisiera yo) sino apuntar los cañones a cambiar el paradigma de sociedad medio norteamericana, republicana y medio europea. Muy difícil por demás. Pero altamente necesario, creo.

¿Hicimos todo bien pero el pueblo no sabe reconocerlo o es ingrato y nos da vuelta la cara?
Entendiendo la ironía de la última pregunta, debo responder (como si no): ninguna de las dos. 
El pueblo no puede reconocer lo que no puede ver. Y de muchas otras cosas, naturaleza humana mediante, se acostumbra. El ciudadano Argentino (no tengo idea hasta que punto esto se cumple en otras partes del globo o incluso del conurbano sudamericano) se acomoda rápidamente a su situación actual, se olvida de los logros hace pocos años conseguidos (para lo que sí sirve y mucho programas de la llegada de 678, TVR y Duro de domar - Gvirtz). Se sube al pedestal y exige más y más. Pero a su vez, y esto no estaría tan mal si no dejase de ver (porque claramente no puede, por la desinformación que le venden) que los que le proponen ir por más lo intentan a costilla de eliminar ciertos beneficios intangibles. Beneficios que una vez eliminados son más bien disimulables. Porque sacar la asignación universal es un suicidio político, pero tercerizar (lease privatizar) algún sector menor del estado o dejar de estatizar (aún más fácil) algún otro (por ejemplo trenes), es mucho más invisibilizable. Al punto que hoy todos celebramos la parcial desfinanciación del estado por la suba de los límites del pago del impuesto a las ganancias.


Dicho todo, espero que alguien se tome el trabajo de leerlo, jaja.

#SinRemate

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